lunes, 27 de enero de 2014

Economía del Bien Común: las profesiones pueden ser clave

«En la Economía del Bien Común, el éxito de una empresa será definido por su contribución para disminuir los problemas colectivos de la sociedad» 

Así define la esencia y naturaleza de la Economía del Bien Común (EBC), Christian Felber, profesor de economía austriaco, autor y divulgador de esta nueva concepción de la ordenación económica. Esta iniciativa, surgida en 2009 en Austria a través de la organización Attac, ha experimentado un notable crecimiento desde entonces con un creciente número de empresas adheridas, europeas y españolas pertenecientes a diversos sectores, en las cuales se despertó un profundo y reflexivo interés acerca de su propio funcionamiento y objetivos económicos. Pilares como la cooperación, una economía de enfoque más regional y ecológico, sostenidos por esta nueva interpretación de las relaciones económicas, se contraponen a los valores que han caracterizado el éxito del modelo de crecimiento económico de los últimos años: una carrera en la obtención de beneficios económicos siempre superior al anterior periodo, dejando en un plano secundario, los objetivos de carácter social. Por ello, la cuestión planteada es como las profesiones conectan con la Economía del Bien Común y pueden contribuir a ella.


La conexión entre las profesiones colegiadas y la Economía del Bien Común 

El objetivo que propugna la Economía del Bien Común es medir y analizar una serie de factores fundamentales en línea con lo recogido en la mayoría de las Constituciones: dignidad humana, solidaridad, justicia, sostenibilidad medioambiental y democracia. Para ganar en pragmatismo, Felber insiste en la facilidad de aplicación de este modelo y afirma que cada empresa, profesional por cuenta propia o comunidad puede empezar hoy a hacer su aportación ¿Cómo? a través del Balance del Bien Común, «corazón central de la EBC» según Felber, que recogería una serie de indicadores —17 en concreto, actualmente— que serían, como ejemplo, los siguientes: 
- Cómo de útiles son los productos o servicios
- Cómo son las condiciones laborales
- Cómo se trata a los clientes
- Si se trata y remunera igual a las mujeres
- Grado de democracia existe en la toma de decisiones. 
Estas herramientas y conceptualizaciones encajan de manera central y ajustada con el desarrollo y objetivo del ejercicio de las profesiones colegiadas. Basta traer a colación el Artículo 3 del presente Anteproyecto de Ley de Servicios y Colegios Profesionales (ALSCP) donde se enumeran las razones de interés general que atañen al desarrollo de una profesión colegiada: 
‘Razones de interés general (…): el orden público y la lucha contra el fraude; la seguridad pública y la protección civil; la salud pública y la sanidad animal; la protección del medio ambiente, el entorno urbano y el patrimonio histórico y artístico nacional; la protección jurídica, la seguridad y la salud de los destinatarios de servicios y de los trabajadores y la necesidad de garantizar un alto nivel en la calidad en la educación.’ 

Las profesiones tiene la clave para ser protagonistas en la Economía del Bien Común

Expone Christian Felber que todos los sectores son adecuados para adoptar la economía del bien común, no obstante afirma que «aquellos sectores que no satisfagan necesidades reales del ser humano, desaparecerán porque no serán necesarios». En este sentido, todos y cada uno de los profesionales colegiados ejercen su actividad bajo una serie de parámetros entre los que destaca su independencia de criterio y su preponderancia del buen ejercicio por encima del ánimo de lucro que emanan del modelo colegial existente. Pero además, tienen una clara aspiración y vocación de satisfacer las necesidades y problemáticas humanas y, por tanto, se anclan en la economía real. Necesidades de índole jurídica, económica, sanitaria, científica, de ingeniería, arquitectura y social, componen el gran abanico característico de todas ellas y sitúan a las profesiones en una posición óptima y madura para ser protagonistas en la Economía del Bien Común. 



Christian Felber - Economía del Bien Común en España from ATTAC.TV on Vimeo.

miércoles, 22 de enero de 2014

No hay Gobierno Abierto sin Open Data; no hay transparencia sin cultura del dato


El debate sobre el valor de los datos abiertos es lo más parecido a un foro permanente donde, intermitentemente, se incide en la promesa de hacer realidad el sueño del Gobierno Abierto: "Un mundo sin fronteras, transparente y flexible". Así lo definió Esther Arizmendi, directora general de Modernización Administrativa, Procedimientos e Impulso de la Administración Electrónica, en el último Encuentro Aporta, titulado El valor de los datos abiertos. Haciendo hincapié en el marco normativo (Ley de 2007 y RD de 2009), utilizó la transposición de la Directiva de reutilización de datos del sector público del 2013, aquella que se centra en la política de apertura de datos de bibliotecas, archivos y museos públicos, para hablar de transparencia y de una voluntad de cambio en el comportamiento de las Administraciones Públicas. Olvidarse de "servir al ciudadano desde una caja de cristal" y establecer las herramientas clave para que compartir sea la normaLos Colegios Profesionales deberían abrirse de orejas a esta propuesta, pues desde el Ministerio de Economía y Competitividad hablan de "fórmulas de colaboración" para hacer llegar la cultura del dato, no solo a Comunidades Autónomas y Ayuntamientos, también a la sociedad civil que busca empoderarse a partir de la apertura de los datos públicos.


El valor del dato en Internet

Del valor de los datos en Internet habla el último informe de la OCDE sobre oGov; también registra los avances en Administración Electrónica el recientemente presentado Informe de la Sociedad de la Información. Nuevas profesiones y nuevos profesionales -archivistas, ingenieros informáticos, estadísticos...- que tienen en la tecnología y en el dato su futuro, por lo que se impone una necesidad de diálogo, desde el sector profesional, a través de una Agenda Digital adaptada a los tiempos; también a los dictados de la UE.

Entonces, si el futuro está en "abrir y compartir", ¿cómo hacemos para extender la cultura del dato? ¿Qué iniciativas se propusieron en el Encuentro Aporta que los Colegios Profesionales puedan adaptar a su cultura colegial? Estudios para la adaptación del concepto Open Data a la cultura colegial, creación de portales de datos -como datos.gob.es- solo que con datos colegiales, difusión de casos de éxito y creación de red a través de foros de encuentro y hackatones. Todo en pos de un cambio cultural... porque, como se subrayó en esta sesión, "toda la Administración ha de ser electrónica, pues el objetivo no es otro que la transparencia de la técnica". Así pues, ampliemos el campo de batalla. 


Datos de calidad

Una de las grandes críticas formuladas en este encuentro se centró en la calidad del dato: para que éste sea válido, bueno, útil se necesita de voluntad y profesionalidad. Voluntad de transparencia y cambio, y profesionales que conozcan los datos. También la manera técnica de "abrirlos". Como apuntó María Jesús Fernández, responsable de la Oficina de Gestión de la sede electrónica del Ayuntamiento de Zaragoza, "todos los datos deberían ser abiertos por defecto". No obstante, lo interesante aquí está en la detección de los datos útiles. Se podría resumir en la posibilidad de trabajar con un conjunto de datos que solo las profesiones puedan proveer, y traducirlo en aplicaciones, en visualización de esos mismos datos, en la facilitación de su comprensión.


¿Qué frena la cultura del dato?

Dice Alberto Ortiz de Zárate que "no tenemos cultura de datos porque no tenemos cultura de la transparencia". Este especialista en Open Data, responsable de Irekia (Open Data del Gobierno vasco), asegura que "después de diez años de Gobierno Abierto desde Europa, lo único tangible que tenemos en España son portales de Open Data, pero poca materia prima para el reutilizador". Para que esto cambie, Ortiz de Zárate aboga por una Administración que trabaje la cultura del dato teniendo en cuenta lo siguiente:
- Compartir datos en origen, lo que se traduce en "información bien trabajada".
- Hacer portales que tengan datos.
- Liberar datos coherentes, con un mismo vocabulario; que puedan utilizarse entre administraciones.
- Fomentar una sociedad reutilizadora; "para lo que hay que dotar económicamente, desde la Administración, los proyectos que se encarguen de ello".
Porque cuando hablamos de Gobierno Abierto estamos hablando de "rendición de cuentas"; y cuando nos referimos a Open Data es sobre Innovación y Tecnología de lo que estamos debatiendo. ¿Conceptos separados? Nada más lejos de la realidad. "La calidad ancla los datos a la realidad", o eso se afirmó en la mesa dedicada a interoperabilidad. No hay Gobierno Abierto sin Open Data. No hay transparencia sin cultura del dato.  


miércoles, 15 de enero de 2014

La conducta de los datos: la percepción social, factor de decisión de política económica

¿Por qué liberalizar como premisa? ¿Es siempre necesario? José Moisés Martín, economista especializado en ámbito internacional, sostiene que es imprescindible analizar «caso por caso» siendo el objetivo que «el resultado se mida en términos del bienestar social que generan, bajo los criterios de eficiencia pero también de equidad y justicia social». Pero ¿como medirlo? Dominic Barton, director de McKinsey & Company, manifestaba hace pocos días que «la capacidad de capturar, organizar, sacar conclusiones y realizar transacciones con datos se ha convertido en una competencia fundamental en todos los sectores de la economía». De esta forma, ¿es posible extraer en datos sobre la percepción de los ciudadanos en una economía sobre un determinado asunto? La respuesta se encuentra en la economía conductual y es aplicable al subsector de servicios profesionales. 

Tener en cuenta la inteligencia colectiva es uno de los objetivos esenciales de la economía conductual hoy, permitiendo así, que la percepción ciudadana sea un claro factor más de decisión a la hora de acometer reformas o valorar circunstancias sociales. Expertos como John Coates en ‘La biología de la toma de riesgos’ (Anagrama 2013) refuerzan la idea de enfocar más la economía hacia el estudio de la conducta de los operadores. Tal y como puntualiza Philip Tetlock, economista conductual  y fundador del novedoso proyecto ‘The Good Judgement Project’ en EE.UU. -cuyo lema es el ‘El aprovechamiento de la sabiduría de las masas para pronosticar eventos mundiales’-, el objetivo no es otro que mejorar la información de la que disponen los legisladores estadounidenses por medio de las predicciones y evaluación de los usuarios sobre determinados asuntos

¿Sería posible aplicar iniciativas de enfoque económico-conductual en las cuales, los ciudadanos estimaran ex ante el efecto de determinadas reformas estructurales sobre nuestra economía? ¿Cuál sería el resultado de este proyecto en España respecto a la aplicación de la Ley de Servicios y Colegios Profesionales? Sabemos, por diferentes estudios, que los servicios profesionales son bienes de confianza (credence goods); es decir, que los clientes y pacientes no pueden discernir con claridad la calidad obtenida ex ante, durante o ex post. Por tanto, ¿cuál sería el resultado de la disyuntiva entre precio y calidad? ¿Y entre confianza en la elección del profesional frente a libertad de elección con menor seguridad?...

lunes, 13 de enero de 2014

Sobre la percepción y el dato: Significante y significado


Para aquellos que buscamos llegar con la metáfora al entendimiento, subrayar el problema de la distancia entre significante y significado es, como mínimo, doloroso. Una distancia que se nutre del parecer en vez del ser. Es decir, habitamos un contexto donde nos importa mucho más la imagen que lo que hay detrás de esta. ¿Es eso grave? Para aquellos profesionales que trabajan con herramientas de precisión es una motivación. En un contexto donde «nuestra capacidad de juicio y análisis queda reducida a un tuit; nuestra respuesta emocional queda reducida a un emoticono», abogar por el dato, por el análisis, por la aproximación holística a la realidad parece casi una quimera. O una estrategia de resistencia.


Existe una vertiente investigadora y periodística que ve en el dato un potencial de transparencia. Para que eso sea posible, se plantea que las investigaciones sean independientes y objetivas. Se formula, entonces, la pregunta: ¿Cómo obtenemos esos datos? Un cuestionamiento metodológico que un medio digital se ha hecho en el artículo ¿Cuántos se fueron de verdad con la crisis? a raíz del work in progress del Grupo de Periodismo de Datos de Medialab-Prado dedicado a analizar el número de españoles que, desde que comenzó la crisis económica, se ha visto obligado a buscar trabajo fuera de nuestras fronteras.

¿Son los estudios y encuestas los informes médicos que nos muestran de dónde proceden los síntomas de nuestra sociedad en crisis? ¿Podemos confiar en su precisión? Decía Keynes que es mejor estar aproximadamente en lo cierto que exactamente equivocado. La búsqueda del dato exacto es una aspiración legítima, pero cara. Cierto es que lo económico en investigación suele enfocarse más al rédito inmediato que al potencial de los datos para visualizar la realidad. Síntoma de los tiempos. No obstante, estos son también los tiempos de los datos abiertos, de la investigación en abierto, del colectivo vibrando al mismo tono. Si logramos convencer al sector profesional de que investigue y publique, pregunte y libere la información sobre sus organizaciones profesionales, tendremos una parte del camino andado para conseguir, en algún momento, aunar de nuevo significante y significado.

martes, 7 de enero de 2014

¿Cómo aplicar la mejor regulación a las profesiones?

Afirmaba recientemente Kaushik Basu, economista jefe del Banco mundial, que la mejor formulación de políticas necesita de la mejor documentación disponible, aunque «hay sectores en los que no se dispone de ella» y «debemos basarnos en una combinación de intuición y teoría».

Las coordenadas planteadas por Kaushik Basu encajan con la situación del subsector de servicios profesionales en España, el cual no produce un volumen de datos suficiente y homogéneo y, por tanto, dificulta la evaluación del impacto preciso de cambios regulatorios. No obstante, la teoría económica y algunas investigaciones econométricas llevadas a cabo en otros países tomando como objeto de análisis el giro hacia una regulación demasiado liberalizadora permiten establecer, al menos, el signo negativo sobre la confianza de los ciudadanos y la degradación del ejercicio profesional que supondría en nuestro país dicho giro; metodología y conclusiones reflejadas en el estudio que realizó Unión Profesional denominado ‘Impacto en la economía nacional de la regulación de los colegios profesionales’.

Pero debemos ir más allá. Así, el pasado 2 de octubre, la Comisión Europea comunicó el desarrollo de un estudio económico sobre las profesiones en Europa para medir detalladamente los beneficios de un cambio de regulación. Una iniciativa positiva que podría ir en línea con el fenómeno Big Data que, gracias al MIT (Massachussets Institute of Technology), ha posibilitado la primera aplicación macroeconómica llamada ‘proyecto del billón de precios’, que facilitaría información a consumidores y productores.

¿Y si pudiéramos calibrar mejor el efecto de una regulación perjudicial para los ciudadanos y profesionales? La respuesta y oportunidad está en los datos…