miércoles, 30 de enero de 2013

Estadística de Servicios (INE): Perspectivas negativas para los servicios profesionales

Dentro de la amalgama de datos que estamos recibiendo en enero sobre lo ocurrido este último año, el pasado 18 de enero, el INE presentó el informe sobre los Indicadores de Actividad del Sector Servicios (IASS) y, como es casi habitual en materia económica, no fue positivo. Los resultados, recogidos desde los meses de noviembre de 2011 a 2012, indican la profundidad de la afectación que acusa el sector terciario que disminuyó un 7,8% en la cifra o volumen de negocios y bajó un 3% en empleo. Sin embargo, uno de los datos que quizá llamen más la atención —o no, por su tendencia— es la acentuada caída que ha mostrado el subsector de los servicios profesionales. En concreto, respecto a la cifra de negocio, se redujo un 10,9%, mientras que la ocupación, o lo que es lo mismo el empleo, se saldó con un retroceso de un 2,9%.

En el análisis más pormenorizado de cada rama de profesión, destaca el descenso pronunciado de los servicios técnicos de arquitectura e ingeniería junto con los ensayos y análisis técnicos ya que revelan cifras tan negativas como el desplome del 15,2% en cifra de negocio y del 4,5% en empleo.

Esta imagen de la evolución que han experimentado los servicios profesionales nos conduce a cuatro reflexiones principales:
1) El dato de la cifra de negocio refleja, en primer lugar, que el ajuste del subsector profesional se está produciendo y, de manera intensa, vía precios, fruto de la reducción de los honorarios y retribuciones de los profesionales en los servicios prestados. Y, en segundo lugar, la debilidad de la demanda interna, producto de la crisis económica, también manifiesta signos evidentes de agotamiento en estos servicios.
2) Por otro lado, la caída del empleo en un 3%, pone de relieve que, en muchos casos, una vez ajustado al máximo los márgenes de los honorarios, muchos profesionales se ven forzados a salir del mercado de forma individual o por sus empresas, lo cual, es una tendencia claramente negativa y que se retroalimenta.
3) En tercer lugar, el propio ajuste que está realizando el mercado de servicios profesionales descrito en precios y empleo se produce en un juego de competencia entre los profesionales bajo los cánones del modelo colegial llevando al menos a no deteriorar o limar la calidad de los servicios profesionales.
4) Dada la actual fórmula de control deontológico y ordenación de las profesiones por parte de los colegios profesionales articulada en torno a la figura de la colegiación, si bien, podemos afirmar que tiene margen de mejora, en un mercado de servicios profesionales y economía debilitada como la actual, llevar a cabo un proceso de liberalización sustentado en menores barreras de entrada y control, y en donde la creencia es que una oferta de profesionales mayor dará servicios de más calidad es difícil de sostener.
Si sabemos que el control deontológico independiente que ejercen los colegios profesionales es el que está garantizando que el reajuste del mercado se produzca por los canales de calidad y eficiencia, ¿Qué ocurrirá, si este control es más débil o deja de existir? Una de las más consecuencias más perjudiciales sería que la competencia entre los profesionales traspasara el umbral de mínima calidad o límite de los parámetros que debe reunir un servicio profesional, un hecho, que entraría en conflicto con el derecho de los ciudadanos como consumidores.
¿Los profesionales van a tender a mejorar la calidad de sus servicios si tienen un menor control de su profesión y no pueden ser evaluados de forma clara por los clientes y pacientes? No olvidemos que según la teoría económica, un servicio profesional se encuadra dentro de la categoría ‘credence good’, es decir, bien basado en la confianza, por tanto, un cliente o paciente no puede comprobar el nivel cualitativo ni ex-ante o durante, ni ex-post.

miércoles, 23 de enero de 2013

Seguro RC profesional (Parte 1): Liberalización y papel de los colegios profesionales

El seguro de responsabilidad civil profesional es uno de los temas esenciales a tratar en cuanto al proceso de liberalización que tiene en marcha el gobierno. Actualmente, como sabemos, cuando un profesional ejerce su actividad, en una gran mayoría de casos, debe contar con una póliza que garantice la reparación de los posibles daños derivados de una negligencia u omisión en su ejercicio. Este es el caso de los sanitarios, cuyo aseguramiento obligatorio queda recogido en el Artículo 46 de la Ley 44/2003, de 21 de noviembre, de ordenación de las profesiones sanitarias.

Con el objetivo de delimitar el fenómeno del aseguramiento en la teoría económica, en primer lugar, hay que reafirmar que el seguro, únicamente, es un instrumento considerado de control ex-post, es decir, se activa, una vez realizado el acto profesional dañoso para el cliente o paciente. Por tanto, su función no es prevenir la negligencia u omisión, sino compensar y reparar el daño o perjuicio al consumidor del servicio profesional. Además, cuando en este caso un profesional suscribe una póliza de responsabilidad civil, la aseguradora se enfrenta a dos problemáticas derivadas de la ‘información asimétrica’ o brecha de información entre el profesional y la compañía de seguros

El primer problema, la selección adversa, se explica por la posible tendencia basada en que aquellos profesionales que contraten el seguro sean los más proclives a tomar un mayor riesgo en su actividad que el promedio. Y, por otro lado, se encuentra el riesgo moral, el cual, se describe por el potencial comportamiento del profesional una vez asegurado y que se sustentaría en una ligera relajación de su actividad al saberse cubierto por el seguro. En este sentido, una vez trazada esta casuística de manera sucinta, se puede afirmar que ésta sería más acusada sin el papel de los colegios profesionales. Pero… ¿Qué papel ejercen y pueden potenciar los colegios profesionales en el aseguramiento?   

Como afirmábamos, el seguro no desempeña la observación del desarrollo de las actividades profesionales, sino que son los colegios los que realizan su labor fundamental de control deontológico del profesional mediante el instrumento de la colegiación. Así, esta herramienta ejerce el necesario control ex-ante y durante del ejercicio del profesional completando así, junto con el control ex-post del aseguramiento la cadena de eslabones generadores de confianza, calidad y seguridad para los ciudadanos.

Otro elemento identificativo de este modelo asegurador reside en la posibilidad de que los profesionales que así lo deseen suscriban su póliza de seguro a través de su determinado colegio profesional pagándola incluida en su cuota periódica con el correspondiente desglose descrito. De esta forma, el colegio mediante el acuerdo con la aseguradora consigue una póliza colectiva de la cual, es el tomador, y en la que se pueden ir sumando todos los profesionales que la suscriban. Además, existe otro mecanismo en algunas profesiones que va más allá basado en contar con el seguro de RC profesional una vez colegiado potenciando la solidaridad y universalidad.

Estas fórmulas de adhesión en bloque de los profesionales a la póliza colectiva proporcionan a las compañías de seguro un volumen suficiente de primas que permite el abaratamiento de éstas dando lugar al fenómeno denominado economía de escala. Una situación que facilita el acceso de los profesionales a su actividad y que favorece la competencia. Así, según las palabras de la experta en riesgos profesionales María Borrego España-Heredia en la revista Profesiones: «los principios de solidaridad y universalidad de la póliza colegial impiden que el técnico con mayor ‘riesgo’ se vea penalizado o expulsado de ese seguro». El binomio colegio profesional-compañía de seguros tiene un potencial de exploración conjunto mayor en aras de conseguir un control del profesional más eficiente y eficaz, y un seguro más especializado y pormenorizado, sin perder la perspectiva solidaria y favorecedora de la competencia. A día de hoy, la presencia de los colegios profesionales es esencial para generar certidumbre, también en las aseguradoras que proporcionan así, un seguro más accesible y con mejores y amplias coberturas a los profesionales.  



viernes, 18 de enero de 2013

La industria (Parte 2): una oportunidad para los profesionales

Relacionar el adjetivo industrializado con nuestro país resulta hoy en día imposible y no es una seña de identidad que nos haya caracterizado en nuestra idiosincrasia, salvo en algunos núcleos, ni que se perciba desde el exterior como nuestro potencial. Los datos así lo constatan: sólo en los últimos diez años el peso de la industria en Alemania ha estado en torno al 25% de su PIB, mientras que en España ha retrocedido hasta estancarse cerca del 15% de lo que supone nuestra economía.

Esta realidad no es nueva. España nunca se subió firmemente al tren de la industrialización. En el siglo XVIII, la creación de las Reales Fábricas de textiles, cristal, etc. como intento por acortar distancias con Europa se tradujo en un tremendo fracaso que al final las hizo languidecer hasta su desaparición. Ya a mediados del siglo XIX, asistimos a la implantación del ferrocarril que supuso una proliferación del sistema financiero con sociedades de crédito, inmobiliarias y una afluencia de capitales extranjeros que finalmente ante la falta de desarrollo económico en el territorio no hizo rentable la prolija red ferroviaria y produjo una de las mayores burbujas económicas de nuestra historia de la cual no aprendimos dada la situación actual.

Es evidente que industrializar un país implica un gran esfuerzo. Japón y Corea del Sur, dos países referentes en tecnología avanzada, al término de la Segunda Guerra Mundial eran  economías devastadas y que nunca habían contado con una producción más allá de la agricultura y la pesca. Sin embargo, sus gobiernos apostaron por una intensa y decidida política industrial que si bien en sus primeras etapas adoleció de cierto proteccionismo, en la época más reciente dio lugar a la consolidación de gigantes empresariales de la talla de Samsung y Hyundai en Corea del Sur o de Toyota y Sony en Japón. Una de sus estrategias más insignes para diferenciarse y crecer en el contexto internacional de forma tan vertiginosa fue la cuantiosa inversión en I+D de la cual, uno de los frutos más notables fue el ‘toyotismo’ con la robotización de la producción.

Por tanto, la pregunta que surge es: ¿Cómo puede España acometer este proceso de industrialización de forma que nos lleve a la estabilidad y al éxito? Actualmente, en materia de desarrollo sostenible, el economista Jeremy Rifkin presentó en el año 2011 una modelización de gestión productiva y energética denominada ‘Tercera Revolución Industrial’. Según su planteamiento, estaría basada en las energías verdes y se organizaría y administraría desde Internet siendo la esperanza para las nuevas generaciones.

Entre las premisas básicas para su consecución establece, en primer lugar, el compromiso de la UE para que en 2020, el 20% de la producción energética sea renovable. En segundo lugar, una sistematización de recolección de la energía eficiente con el objetivo de que cada edificio pueda autoabastecerse energéticamente. Una tercera acción basada en conseguir un almacenaje óptimo y eficiente de esta energía. En cuarto lugar, Internet como canalizador y administrador de todo este entramado, que permitiría el intercambio de energías. Y, por último, el transporte usaría la energía ‘verde’ dejando de lado los combustibles fósiles. España, en este sentido, tiene ya un camino recorrido situándose en cierta ventaja respecto a los países europeos. Sin ir más lejos en el año 2011, el 30% de la electricidad consumida fue generada de forma renovable.

Por otro lado, otra de las fórmulas más potentes en cuanto al fomento de la industrialización y el desarrollo de una economía ha sido y es el cluster. Un término que acuñó el economista Michael Porter en 1990 en su estudio ‘The Competitive Advantage of Nations’. Así, definió el cluster como una concentración geográfica de empresas e instituciones conexas, pertenecientes a un campo concreto unidas por rasgos comunes y complementarios. Los cluster más famosos hoy son los afamados Silicon Valley, de biotecnología en Boston o automotriz en Stuttgart. En España, uno de los cluster más reconocidos en Europa es el de automoción denominado CEAGA en Galicia, pero también existen de aeronáutica y de mármol en Macael, entre otros. En todos ellos, la clave ha surgido desde el ámbito cooperativo en muchas esferas lo que después ha permitido a estas empresas ser más competitivas e innovadoras. La conjunción, además, de instituciones públicas y banca especializada en la promoción y apoyo de estas iniciativas supone un paso esencial haciendo del cluster una gran oportunidad para el desarrollo de pymes y, por tanto, de empleo para muchos de los profesionales colegiados en todas las áreas.

miércoles, 16 de enero de 2013

La industria (Parte 1): el motor para renovar nuestro modelo productivo

Cada día, cuando nos asomamos a las ventanas de la información recibimos una ingente cantidad de datos y noticias de carácter económico, como pueden ser la situación del sistema financiero, la mala evolución del empleo o los vaivenes de la dichosa prima de riesgo. Todo este conjunto de asuntos tienen un denominador común: la visión coyuntural en la que nos encontramos carente de perspectiva. En este sentido, es fundamental volver de una forma más profunda y comprometida al debate sobre el modelo productivo que queremos establecer en España para salir de la crisis fortalecidos. Este concepto, tratado en numerosos foros ha ido decayendo en las agendas especialmente por el colosal esfuerzo que supone virar el rumbo de una economía como la nuestra y que precisa de la colaboración de todos los agentes sociales.

El Consejo General de Economistas, en su afán de introducir respuestas en este ámbito, presentó el día 15 de enero de la mano de su presidente, Valentí Pich Rosell, la tercera edición del estudio titulado ‘Un nuevo modelo productivo para España’. Su propuesta esencial responde al objetivo de industrializar la economía, ya que hasta ahora, se ha demostrado que aquellos países con un tejido productivo más industrializado son los que mejor están soportando los avatares y dificultades de la crisis. Para ello, las líneas primordiales del documento aluden, en el corto plazo, a un estímulo de la demanda y a un apoyo en la adaptación de nuestro sector secundario y, a largo plazo, por generar un crecimiento económico sostenible basado en la innovación tecnológica y la cultura empresarial. Los datos que se acompañan en el informe indican que la industria española en el año 2009 tenía un peso del 15,3% sobre el PIB mientras que la media de la Unión Europea estaba en el 17,8%. Además en el periodo 1995-2009 su peso porcentual disminuyó en 6,4 puntos; y el empleo pasó de suponer un 18,4% en 1995 a un 14,2% en el año 2011.

De este modo, Pich, resaltó que la primera necesidad para iniciar este proceso es una mayor coordinación y agilidad del entramado administrativo para impulsar la eficacia y la competitividad de nuestra economía. Ángel Hermosilla, miembro del Departamento de Estudios del CGCEE y coordinador del estudio, sostuvo que la industria tiene un papel fundamental para vertebrar la economía de un país y señaló la gran oportunidad que tiene España para abordar un proceso de industrialización basado en la cultura de la innovación y el espíritu emprendedor, máxime cuando la creación de un empleo en la industria genera dos en el sector servicios. Además, concluyó que «si no damos relevancia y apoyo a nuestro sector industrial será difícil que superemos la crisis».

Jorge Lasheras, presidente de Torront Electric Europa y director general de la Fundación Omart, alabó esta apuesta por redescubrir la industria e insistió en la necesidad de desarrollar un marco de actuación desde el sector público para flexibilizar la actuación de las empresas en materia regulatoria. Según sus palabras «la innovación tecnológica debe surgir desde el sector empresarial.». Por ello, terminó apostando por la gran oportunidad que tienen las pymes en España de acometer este proceso renovador de la industria.

Juan Canals, presidente de la Comisión Internacional de la CEOE y experto en industria textil aludió al nuevo fenómeno de la relocalización, es decir, volver a trasladar aquellas industrias que fueron establecidas en el continente asiático en nuestro país ya que es posible producir textiles de forma competitiva aquí. Además reiteró: «un Estado es débil cuando su sector industrial está por debajo del 20% del PIB». Cerró su intervención manifestando la importancia de invertir en formación e incentivar la cultura industrial y empresarial.

El reto planteado no es fácil y, evidentemente, conllevaría un esfuerzo sostenido en el tiempo que requiere del compromiso transversal de todos nosotros. Por ello, dado el interés que supondría esta transformación para muchos de los profesionales, en la siguiente entrada trataremos de analizar que ha explicado hasta ahora el éxito de la industrialización en muchos países prestando singular atención a la evolución del empleo y al crecimiento económico. Además, nos haremos eco de los estudios actuales de otros economistas relevantes fuera de España sobre este asunto.