viernes, 21 de febrero de 2014

Reflexión sobre la situación económica: ¿Qué rumbo tomamos?

«Para rematar, consideran necesaria la privatización de numerosas empresas públicas y el desmantelamiento de numerosas reglamentaciones que regulan mercados para que sean más flexibles» 

Con este discurso certero y afinado, Juan Laborda, economista y profesor, recoge una reflexión oportuna sobre el rumbo errático que ha tomado la ciencia económica para abordar la crisis. No obstante, como afirma, «no todos los economistas somos iguales» ya que, desde los años noventa, vivimos en función del denominado ‘Consenso de Washington’, políticas económicas de corte neoliberal adoptadas por los organismos financieros internacionales como recetas destinadas a generar crecimiento, entre las que se encuentra la desregulación de mercados, entre otras. 

Pues bien, en economía no hay verdades categóricas, pero sí hay evidencias en numerosas áreas lo suficientemente significativas que proveen argumentos y tesis para atajar diversas problemáticas socioeconómicas. Un claro ejemplo de herramienta utilizada por los economistas es el Coeficiente de Gini (CG), que mide el grado de distribución de la renta en una economía, siendo "0" el reparto uniforme de los ingresos y "1" la concentración máxima de las rentas. En España, este índice ha crecido notablemente desde el 2008, llegando al valor actual de 0,35, lo que nos sitúa como el segundo país de la Unión Europea con la mayor desigualdad social en la percepción de renta, sólo por detrás de Letonia. Estos datos contrastan de manera clara con la media de la Unión Europea de los 27 (UE27) que en este mismo periodo bajó incluso ligeramente hasta 0,306. De forma patente, aquellos países que han mostrado mayor estabilidad económica y crecimientos más sólidos son Finlandia con un CG de 0,259 o Noruega, con un CG de 0,226. Países que, como afirma Juan Laborda, se han caracterizado por una mayor participación de los sindicatos en la gestión empresarial, altos salarios y protección del empleo. 

Así, un escenario actual, donde los objetivos de salida de la crisis enunciados por las instituciones pasan por la creación de empleo y la ganancia de competitividad, es necesario preguntarse qué políticas son más adecuadas y deseables para conseguirlo. Laborda sostiene que «con el fin de eliminar la inflación, preservar el tipo de cambio, incrementar la tasa de crecimiento de la productividad y crear puestos de trabajo estables se propugnan políticas económicas basadas en la austeridad, liberalizaciones y privatizaciones. Si bien los fines y objetivos pueden ser idóneos, no así los medios». 

En el subsector de las profesiones colegiadas, inmerso en un proceso de liberalización, el objetivo de éstas es buscar la regulación más óptima en aras de la ganancia de eficiencia y optimización en su funcionamiento, tanto en las organizaciones colegiales como en los profesionales, pero sin trastocar el núcleo: la prestación de un servicio profesional con la necesaria calidad y la confianza y seguridad que generan las organizaciones colegiales en su atención a los ciudadanos y colegiados.

lunes, 17 de febrero de 2014

La vulnerabilidad social generada por la crisis es combatida por los profesionales

«La crisis económico-financiera, de empleo y fiscal, lleva a su vez a otras crisis en la vida personal familiar o social de las personas» 

Así refería, José María Peiró Silla, catedrático de Psicología Social, la crisis de cambio que atravesamos. Esta reflexión, recogida en una entrevista a raíz de la conferencia ‘Transformarse en la crisis’ que organizó el Colegio Oficial de Psicólogos de La Rioja, encaja con las conclusiones de numerosos informes que vienen realizándose acerca del verdadero impacto de la crisis en la salud de los ciudadanos. Sin ir más lejos, si nos fijamos en la atención primaria, en un estudio de la Universidad de las Islas Baleares, se constató que entre los años 2006 y 2011 la proporción de pacientes con trastornos mentales asociados al desempleo o el pago de la hipoteca creció de manera preocupante. Como ejemplo, los pacientes con depresión se incrementaron 19,4%, con problemas de ansiedad un 8,4% e incluso aquellos con desórdenes asociados al abuso del alcohol, un 4,6%. Datos que reafirman, como apunta José Saturnino Martínez, profesor de Sociología, que «España figura entre los países de la OCDE donde los pobres se han empobrecido más y los ricos han notado menos la crisis». 

Este escenario de precariedad de las condiciones sociales, que sigue extendiéndose, convive en los últimos meses, paradójicamente, con un discurso a nivel nacional e internacional de mejora de las perspectivas macroeconómicas en términos de empleo y crecimiento que, en todo caso, no dejan de ser demasiado incipientes y poco concluyentes. Prueba de ello, son los últimos datos de enero del 2014 sobre afiliaciones y desempleo del Ministerio de Empleo y Seguridad Social que arrojaron, aún, una destrucción de 184.031 empleos y un aumento de 113.097 parados. En definitiva, hablamos de personas que se enfrentan a situaciones socioeconómicas más inestables y, en muchos casos, de extrema gravedad, que precisan de la atención clara y diligente en diversas áreas como la sanitaria, la económica, jurídica o social. 

De esta forma, las profesiones, organizadas a través colegios profesionales, son conscientes de la responsabilidad y compromiso que mantienen con la sociedad, en tanto en cuanto abordan situaciones y necesidades de los grupos más vulnerables. En este sentido, ante las circunstancias sobrevenidas de la crisis económica como los desahucios —solo en 2012 hubo 30.000—; personas en riesgo de exclusión social, entre los cuales, los parados de larga duración son cada vez más; o las dificultades por las que atraviesa la sanidad pública, los profesionales muestran con su ejercicio una implicación fruto de su vocación de servicio al ciudadano. 

Iniciativas llevadas a cabo desde la Abogacía y Trabajo social de forma conjunta para establecer oficinas de intermediación en los asuntos de desahucios, por ejemplo, o la asesoría y apoyo que ofrecen las organizaciones colegiales a los profesionales y ciudadanos en materia de empleo, salud física o mental, son algunas de las iniciativas de corte socio-económico que estas organizaciones están poniendo en marcha para intentar paliar la preocupante situación de una sociedad en crisis. 

lunes, 27 de enero de 2014

Economía del Bien Común: las profesiones pueden ser clave

«En la Economía del Bien Común, el éxito de una empresa será definido por su contribución para disminuir los problemas colectivos de la sociedad» 

Así define la esencia y naturaleza de la Economía del Bien Común (EBC), Christian Felber, profesor de economía austriaco, autor y divulgador de esta nueva concepción de la ordenación económica. Esta iniciativa, surgida en 2009 en Austria a través de la organización Attac, ha experimentado un notable crecimiento desde entonces con un creciente número de empresas adheridas, europeas y españolas pertenecientes a diversos sectores, en las cuales se despertó un profundo y reflexivo interés acerca de su propio funcionamiento y objetivos económicos. Pilares como la cooperación, una economía de enfoque más regional y ecológico, sostenidos por esta nueva interpretación de las relaciones económicas, se contraponen a los valores que han caracterizado el éxito del modelo de crecimiento económico de los últimos años: una carrera en la obtención de beneficios económicos siempre superior al anterior periodo, dejando en un plano secundario, los objetivos de carácter social. Por ello, la cuestión planteada es como las profesiones conectan con la Economía del Bien Común y pueden contribuir a ella.


La conexión entre las profesiones colegiadas y la Economía del Bien Común 

El objetivo que propugna la Economía del Bien Común es medir y analizar una serie de factores fundamentales en línea con lo recogido en la mayoría de las Constituciones: dignidad humana, solidaridad, justicia, sostenibilidad medioambiental y democracia. Para ganar en pragmatismo, Felber insiste en la facilidad de aplicación de este modelo y afirma que cada empresa, profesional por cuenta propia o comunidad puede empezar hoy a hacer su aportación ¿Cómo? a través del Balance del Bien Común, «corazón central de la EBC» según Felber, que recogería una serie de indicadores —17 en concreto, actualmente— que serían, como ejemplo, los siguientes: 
- Cómo de útiles son los productos o servicios
- Cómo son las condiciones laborales
- Cómo se trata a los clientes
- Si se trata y remunera igual a las mujeres
- Grado de democracia existe en la toma de decisiones. 
Estas herramientas y conceptualizaciones encajan de manera central y ajustada con el desarrollo y objetivo del ejercicio de las profesiones colegiadas. Basta traer a colación el Artículo 3 del presente Anteproyecto de Ley de Servicios y Colegios Profesionales (ALSCP) donde se enumeran las razones de interés general que atañen al desarrollo de una profesión colegiada: 
‘Razones de interés general (…): el orden público y la lucha contra el fraude; la seguridad pública y la protección civil; la salud pública y la sanidad animal; la protección del medio ambiente, el entorno urbano y el patrimonio histórico y artístico nacional; la protección jurídica, la seguridad y la salud de los destinatarios de servicios y de los trabajadores y la necesidad de garantizar un alto nivel en la calidad en la educación.’ 

Las profesiones tiene la clave para ser protagonistas en la Economía del Bien Común

Expone Christian Felber que todos los sectores son adecuados para adoptar la economía del bien común, no obstante afirma que «aquellos sectores que no satisfagan necesidades reales del ser humano, desaparecerán porque no serán necesarios». En este sentido, todos y cada uno de los profesionales colegiados ejercen su actividad bajo una serie de parámetros entre los que destaca su independencia de criterio y su preponderancia del buen ejercicio por encima del ánimo de lucro que emanan del modelo colegial existente. Pero además, tienen una clara aspiración y vocación de satisfacer las necesidades y problemáticas humanas y, por tanto, se anclan en la economía real. Necesidades de índole jurídica, económica, sanitaria, científica, de ingeniería, arquitectura y social, componen el gran abanico característico de todas ellas y sitúan a las profesiones en una posición óptima y madura para ser protagonistas en la Economía del Bien Común. 



Christian Felber - Economía del Bien Común en España from ATTAC.TV on Vimeo.

miércoles, 22 de enero de 2014

No hay Gobierno Abierto sin Open Data; no hay transparencia sin cultura del dato


El debate sobre el valor de los datos abiertos es lo más parecido a un foro permanente donde, intermitentemente, se incide en la promesa de hacer realidad el sueño del Gobierno Abierto: "Un mundo sin fronteras, transparente y flexible". Así lo definió Esther Arizmendi, directora general de Modernización Administrativa, Procedimientos e Impulso de la Administración Electrónica, en el último Encuentro Aporta, titulado El valor de los datos abiertos. Haciendo hincapié en el marco normativo (Ley de 2007 y RD de 2009), utilizó la transposición de la Directiva de reutilización de datos del sector público del 2013, aquella que se centra en la política de apertura de datos de bibliotecas, archivos y museos públicos, para hablar de transparencia y de una voluntad de cambio en el comportamiento de las Administraciones Públicas. Olvidarse de "servir al ciudadano desde una caja de cristal" y establecer las herramientas clave para que compartir sea la normaLos Colegios Profesionales deberían abrirse de orejas a esta propuesta, pues desde el Ministerio de Economía y Competitividad hablan de "fórmulas de colaboración" para hacer llegar la cultura del dato, no solo a Comunidades Autónomas y Ayuntamientos, también a la sociedad civil que busca empoderarse a partir de la apertura de los datos públicos.


El valor del dato en Internet

Del valor de los datos en Internet habla el último informe de la OCDE sobre oGov; también registra los avances en Administración Electrónica el recientemente presentado Informe de la Sociedad de la Información. Nuevas profesiones y nuevos profesionales -archivistas, ingenieros informáticos, estadísticos...- que tienen en la tecnología y en el dato su futuro, por lo que se impone una necesidad de diálogo, desde el sector profesional, a través de una Agenda Digital adaptada a los tiempos; también a los dictados de la UE.

Entonces, si el futuro está en "abrir y compartir", ¿cómo hacemos para extender la cultura del dato? ¿Qué iniciativas se propusieron en el Encuentro Aporta que los Colegios Profesionales puedan adaptar a su cultura colegial? Estudios para la adaptación del concepto Open Data a la cultura colegial, creación de portales de datos -como datos.gob.es- solo que con datos colegiales, difusión de casos de éxito y creación de red a través de foros de encuentro y hackatones. Todo en pos de un cambio cultural... porque, como se subrayó en esta sesión, "toda la Administración ha de ser electrónica, pues el objetivo no es otro que la transparencia de la técnica". Así pues, ampliemos el campo de batalla. 


Datos de calidad

Una de las grandes críticas formuladas en este encuentro se centró en la calidad del dato: para que éste sea válido, bueno, útil se necesita de voluntad y profesionalidad. Voluntad de transparencia y cambio, y profesionales que conozcan los datos. También la manera técnica de "abrirlos". Como apuntó María Jesús Fernández, responsable de la Oficina de Gestión de la sede electrónica del Ayuntamiento de Zaragoza, "todos los datos deberían ser abiertos por defecto". No obstante, lo interesante aquí está en la detección de los datos útiles. Se podría resumir en la posibilidad de trabajar con un conjunto de datos que solo las profesiones puedan proveer, y traducirlo en aplicaciones, en visualización de esos mismos datos, en la facilitación de su comprensión.


¿Qué frena la cultura del dato?

Dice Alberto Ortiz de Zárate que "no tenemos cultura de datos porque no tenemos cultura de la transparencia". Este especialista en Open Data, responsable de Irekia (Open Data del Gobierno vasco), asegura que "después de diez años de Gobierno Abierto desde Europa, lo único tangible que tenemos en España son portales de Open Data, pero poca materia prima para el reutilizador". Para que esto cambie, Ortiz de Zárate aboga por una Administración que trabaje la cultura del dato teniendo en cuenta lo siguiente:
- Compartir datos en origen, lo que se traduce en "información bien trabajada".
- Hacer portales que tengan datos.
- Liberar datos coherentes, con un mismo vocabulario; que puedan utilizarse entre administraciones.
- Fomentar una sociedad reutilizadora; "para lo que hay que dotar económicamente, desde la Administración, los proyectos que se encarguen de ello".
Porque cuando hablamos de Gobierno Abierto estamos hablando de "rendición de cuentas"; y cuando nos referimos a Open Data es sobre Innovación y Tecnología de lo que estamos debatiendo. ¿Conceptos separados? Nada más lejos de la realidad. "La calidad ancla los datos a la realidad", o eso se afirmó en la mesa dedicada a interoperabilidad. No hay Gobierno Abierto sin Open Data. No hay transparencia sin cultura del dato.  


miércoles, 15 de enero de 2014

La conducta de los datos: la percepción social, factor de decisión de política económica

¿Por qué liberalizar como premisa? ¿Es siempre necesario? José Moisés Martín, economista especializado en ámbito internacional, sostiene que es imprescindible analizar «caso por caso» siendo el objetivo que «el resultado se mida en términos del bienestar social que generan, bajo los criterios de eficiencia pero también de equidad y justicia social». Pero ¿como medirlo? Dominic Barton, director de McKinsey & Company, manifestaba hace pocos días que «la capacidad de capturar, organizar, sacar conclusiones y realizar transacciones con datos se ha convertido en una competencia fundamental en todos los sectores de la economía». De esta forma, ¿es posible extraer en datos sobre la percepción de los ciudadanos en una economía sobre un determinado asunto? La respuesta se encuentra en la economía conductual y es aplicable al subsector de servicios profesionales. 

Tener en cuenta la inteligencia colectiva es uno de los objetivos esenciales de la economía conductual hoy, permitiendo así, que la percepción ciudadana sea un claro factor más de decisión a la hora de acometer reformas o valorar circunstancias sociales. Expertos como John Coates en ‘La biología de la toma de riesgos’ (Anagrama 2013) refuerzan la idea de enfocar más la economía hacia el estudio de la conducta de los operadores. Tal y como puntualiza Philip Tetlock, economista conductual  y fundador del novedoso proyecto ‘The Good Judgement Project’ en EE.UU. -cuyo lema es el ‘El aprovechamiento de la sabiduría de las masas para pronosticar eventos mundiales’-, el objetivo no es otro que mejorar la información de la que disponen los legisladores estadounidenses por medio de las predicciones y evaluación de los usuarios sobre determinados asuntos

¿Sería posible aplicar iniciativas de enfoque económico-conductual en las cuales, los ciudadanos estimaran ex ante el efecto de determinadas reformas estructurales sobre nuestra economía? ¿Cuál sería el resultado de este proyecto en España respecto a la aplicación de la Ley de Servicios y Colegios Profesionales? Sabemos, por diferentes estudios, que los servicios profesionales son bienes de confianza (credence goods); es decir, que los clientes y pacientes no pueden discernir con claridad la calidad obtenida ex ante, durante o ex post. Por tanto, ¿cuál sería el resultado de la disyuntiva entre precio y calidad? ¿Y entre confianza en la elección del profesional frente a libertad de elección con menor seguridad?...

lunes, 13 de enero de 2014

Sobre la percepción y el dato: Significante y significado


Para aquellos que buscamos llegar con la metáfora al entendimiento, subrayar el problema de la distancia entre significante y significado es, como mínimo, doloroso. Una distancia que se nutre del parecer en vez del ser. Es decir, habitamos un contexto donde nos importa mucho más la imagen que lo que hay detrás de esta. ¿Es eso grave? Para aquellos profesionales que trabajan con herramientas de precisión es una motivación. En un contexto donde «nuestra capacidad de juicio y análisis queda reducida a un tuit; nuestra respuesta emocional queda reducida a un emoticono», abogar por el dato, por el análisis, por la aproximación holística a la realidad parece casi una quimera. O una estrategia de resistencia.


Existe una vertiente investigadora y periodística que ve en el dato un potencial de transparencia. Para que eso sea posible, se plantea que las investigaciones sean independientes y objetivas. Se formula, entonces, la pregunta: ¿Cómo obtenemos esos datos? Un cuestionamiento metodológico que un medio digital se ha hecho en el artículo ¿Cuántos se fueron de verdad con la crisis? a raíz del work in progress del Grupo de Periodismo de Datos de Medialab-Prado dedicado a analizar el número de españoles que, desde que comenzó la crisis económica, se ha visto obligado a buscar trabajo fuera de nuestras fronteras.

¿Son los estudios y encuestas los informes médicos que nos muestran de dónde proceden los síntomas de nuestra sociedad en crisis? ¿Podemos confiar en su precisión? Decía Keynes que es mejor estar aproximadamente en lo cierto que exactamente equivocado. La búsqueda del dato exacto es una aspiración legítima, pero cara. Cierto es que lo económico en investigación suele enfocarse más al rédito inmediato que al potencial de los datos para visualizar la realidad. Síntoma de los tiempos. No obstante, estos son también los tiempos de los datos abiertos, de la investigación en abierto, del colectivo vibrando al mismo tono. Si logramos convencer al sector profesional de que investigue y publique, pregunte y libere la información sobre sus organizaciones profesionales, tendremos una parte del camino andado para conseguir, en algún momento, aunar de nuevo significante y significado.

martes, 7 de enero de 2014

¿Cómo aplicar la mejor regulación a las profesiones?

Afirmaba recientemente Kaushik Basu, economista jefe del Banco mundial, que la mejor formulación de políticas necesita de la mejor documentación disponible, aunque «hay sectores en los que no se dispone de ella» y «debemos basarnos en una combinación de intuición y teoría».

Las coordenadas planteadas por Kaushik Basu encajan con la situación del subsector de servicios profesionales en España, el cual no produce un volumen de datos suficiente y homogéneo y, por tanto, dificulta la evaluación del impacto preciso de cambios regulatorios. No obstante, la teoría económica y algunas investigaciones econométricas llevadas a cabo en otros países tomando como objeto de análisis el giro hacia una regulación demasiado liberalizadora permiten establecer, al menos, el signo negativo sobre la confianza de los ciudadanos y la degradación del ejercicio profesional que supondría en nuestro país dicho giro; metodología y conclusiones reflejadas en el estudio que realizó Unión Profesional denominado ‘Impacto en la economía nacional de la regulación de los colegios profesionales’.

Pero debemos ir más allá. Así, el pasado 2 de octubre, la Comisión Europea comunicó el desarrollo de un estudio económico sobre las profesiones en Europa para medir detalladamente los beneficios de un cambio de regulación. Una iniciativa positiva que podría ir en línea con el fenómeno Big Data que, gracias al MIT (Massachussets Institute of Technology), ha posibilitado la primera aplicación macroeconómica llamada ‘proyecto del billón de precios’, que facilitaría información a consumidores y productores.

¿Y si pudiéramos calibrar mejor el efecto de una regulación perjudicial para los ciudadanos y profesionales? La respuesta y oportunidad está en los datos…    

viernes, 27 de diciembre de 2013

Lecturas económicas


Nos cuenta el economista greco-australiano, Yanis Varoufakis, el cuento del «Minotauro global» (Capitan Swing, 2012), una vuelta al mito como «metáfora útil» para explicar el porqué de un presente dislocado por el sistema económico globalizado y de cómo en la década de los setenta se trabajó a conciencia en la compleja mascarada económica que garantizó la hegemonía de Estados Unidos a golpe de déficit; la misma que nos ha traído los lodos en los que ahora nadamos. La clave propagandística está, como siempre, en simplificar la complejidad de los argumentos. Qué mejor manera de contraatacar que con una alegoría. El «Minotauro global» apela a Grecia y a los constantes tributos que aquellos atenienses hacían a la bestia en pos de un supuesto progreso; algo muy parecido a lo que ha venido sucediendo desde los ochenta con los mercados (financieros): Wall Street como animal hambriento en el que todos quieren confiar, aunque se intuya que el sistema, en el largo plazo, no va a funcionar. Un ensayo oportuno que pone sobre la mesa las asimetrías de un sistema económico guiado por la irracionalidad, según su autor; que también ofrece alternativas para volver al camino, lejos de las actuales políticas de austeridad. Después de la «aporía» que supuso el 2008, puede que sea cierto que estamos en un punto de la historia desde donde poder pivotar, incluir más actores en el escenario global para equilibrar la balanza e intentar salir de esta «quiebrocracia». O tal vez no.



Cuando el periodista Nicholas Wapshott decide subtitular este singular ensayo -que también funciona a modo de biografía pero, sobre todo, como radiografía psicológica de sus protagonistas- «el choque que definió a economía moderna», no se está quedando corto a la hora de analizar la batalla intelectual (y personal) entre John Maynard Keynes y Friedrich Hayek, autores de las dos teorías económicas que han definido la concepción de las relaciones entre Estado y Mercado en la segunda mitad del siglo XX (y más allá). Con la Primera Guerra Mundial y su discutido Tratado de Versalles como desencadenante, ambos economistas, el inglés Keynes y el austriaco Hayek, comienzan a elaborar sus puntos de vista de lo que será, más tarde, pensamiento y doctrina económicos. Mientras el primero defenderá el gasto público estatal como modo de reactivar la economía, el segundo aludiría a la mano invisible de un mercado autorregulado por sí solo, sin Estado que lo controle, ni organismos públicos que lo proyecten. Un repaso por los orígenes, el desarrollo y, lo que es más interesante, la posibilidad de elucubrar con lo que ambos hubieran sugerido para abordar la actual crisis; ¿un «choque» que podría haber sido de ayuda? Wapshott prefiere optar por la ambigüedad, pues la posibilidad de que ambos hayan fracasado parece, a día de hoy, la más obvia, la más coherente, a la luz del actual estado de la economía. 



De un tiempo a esta parte no hay profesional que no se haya fijado en el potencial de lo que se ha venido a llamar «la revolución de los datos masivos» o big data. Se trata de uno de los temas clave de nuestro presente, no tanto por la promesa económica de esta propuesta, que muchos asocian a beneficios inmediatos de carácter monetario, sino por cómo los estudios estadísticos y la inversión en la visualización de los resultados puede acercar a la sociedad una imagen más precisa, más completa, de la realidad. La fuente de estos datos es Internet, escenario desde donde se nos recomienda hacernos a la idea de un «nuevo» concepto de privacidad. Otra consecuencia directa de este cambio tecnológico la encontramos en la acumulación de información. De esta sobrecarga, ¿cómo hacer para «dejar que los datos hablen»? Viktor Mayer-Schönberger y Kenneth Cukier, autores del ensayo que nos ocupa, apuntan a la perspectiva macro: «el big data se refiere a cosas que se pueden hacer a gran escala, pero no a una escala inferior, para extraer nuevas percepciones o crear nuevas formas de valor, de tal forma que transforman los mercados, las organizaciones, las relaciones entre los ciudadanos y los gobiernos». Estos autores apuestan por el cambio estructural; por conformarnos con que el qué pues no sabremos el porqué. Por una revolución enfocada en cómo usamos los datos.  

lunes, 16 de diciembre de 2013

Profesionales: emprendimiento como salida

En los últimos días viene confirmándose una tendencia más consolidada del rumbo que han tomado las profesiones colegiadas. De esta forma, el aumento de profesionales en ejercicio por cuenta propia (por necesidad en muchos casos, en el llamado emprendimiento), la moderación en los costes laborales, así como el repunte en creación de sociedades mercantiles dedicadas a servicios profesionales, configuran el escenario actual de un subsector que espera una ley discutida y matizable. Por ello, nos preguntamos: ¿Cuál es la verdadera fuerza y progresión de estos indicadores? ¿Serían sostenibles ante una ley demasiado liberalizadora? 

  • Análisis de los datos: más profesionales emprendedores, pero… 
La conclusión esencial que se extrae a raíz de los datos que se exponen a continuación explica el comportamiento emprendedor de los profesionales más como una respuesta o alternativa a la frágil situación del ejercicio por cuenta ajena, que a una decisión fruto de un contexto económico más proclive. Por ello, los profesionales que evidencian su capacidad de adaptación se enfrentan a nuevos retos.

11.684 profesionales más ejercen por cuenta propia en el último año, según los datos de afiliación de noviembre publicados recientemente por el Ministerio de Empleo y Seguridad Social. Esta cifra supone un incremento del 5,40% y sitúa al subsector de los servicios profesionales como uno de los más propensos a la aventura de emprender. 

No obstante, este dato se complementa con la situación estancada de aquellos profesionales que realizan su ejercicio por cuenta ajena ya que, en el mismo periodo anual, presentan un descenso de afiliados del 0,45%, si bien en noviembre, la nota positiva fue una subida del 0,33% que parece querer romper esta tendencia. 

Además, para entender esta evolución es necesario tener en cuenta la serie de costes laborales (ICLA) que publicó el INE la semana pasada. Así, en el tercer trimestre las actividades profesionales, científicas y técnicas acumularon un descenso, en media, del 1,1% anual, convirtiéndose en uno de los subsectores que más ajuste hacen en este sentido, en contraposición con el conjunto de la economía, que repuntó los costes laborales en un 0,6%. 

Una vez vistos estos datos que, no olvidemos, se encuadran en un contexto económico que aún sigue mostrando incertidumbre por la vulnerabilidad de algunos indicadores, encontramos razones que explican también el giro más pronunciado hacia el emprendimiento de numerosos profesionales, que ven en esta opción una salida para seguir desarrollando su actividad.

Asimismo, y prueba de ello para terminar, están las sociedades mercantiles como indicador que, según la estadística del INE, señala a las profesiones colegiadas como la tercera actividad económica con más dinamismo creador, con un peso del 12,23% sobre el conjunto de sectores económicos. 

  • ¿Es sostenible esta tendencia con una liberalización excesiva? 

El auge del ejercicio por cuenta propia supone una nueva oportunidad para el subsector de las profesiones que, heterogéneo y golpeado en mayor o menor medida por la crisis, muestra una vez más su carácter adaptativo e impulsor de la economía. No obstante, para reforzar esta tendencia, es imprescindible mejorar dos esferas conexas. Por un lado, establecer un marco regulatorio de servicios y colegios garante del control deontológico sobre los profesionales y que, por tanto, suministre la suficiente confianza sobre la calidad a los clientes o pacientes que precisen sus servicios. Y, por otro lado, en el ámbito económico, políticas e incentivos que puedan abrir de manera clara el ‘grifo’ del crédito a los proyectos de los profesionales que comienzan. De lo contrario, estas tendencias expuestas, difícilmente podrán tener continuidad.

martes, 3 de diciembre de 2013

Servicios profesionales: potencial de crecimiento actual

Comisión Europea: en España, «la transición deseada hacia actividades que requieren mayor valor añadido, conocimientos y tecnología está todavía obstaculizada por la ausencia de una mayor liberalización de servicios profesionales»

Esta fue una de las principales conclusiones que emitió la Comisión Europea el pasado jueves 26 de noviembre, en su informe sobre las pymes en Europa. Destacó además, que el perfil de éstas en España se caracteriza por una generación de valor añadido reducido concentrado en alimentación, comercio, restauración, textil, etc. No obstante, hay que tener en cuenta, que el 94,1% del tejido empresarial español son microempresas; es decir, tienen menos de diez trabajadores y ocupan al 38,5% de los trabajadores, según el Instituto de Estudios Económicos (IEE). En este sentido, la transformación de la economía hacia actividades de mayor valor añadido por la que aboga Bruselas tiene una justificación certera: una mayor liberalización de los servicios profesionales merece una especial reflexión

  • Las profesiones invierten en innovación tecnológica 

Las profesiones muestran un comportamiento contracíclico positivo en innovación tecnológica. Durante el año 2012, el gasto en innovación tecnológica en las actividades profesionales, científicas y técnicas creció un 5,1% frente al descenso acusado del 9,1% en el conjunto de la economía. Unos datos que toman un mayor significado si se contextualizan con la bajada de un 6,6% en la industria y de un 11,1% en los servicios como refirió el INE el 27 de noviembre en su publicación. Este incremento, que no es casual o fortuito, responde al concepto de profesión liberal estructurado bajo el modelo colegial actual, que percibe la innovación en todos los órdenes de la profesión como esencial para ofrecer cada vez un servicio de calidad media más elevada a los usuarios. Sin el incentivo que proporcionan las entidades colegiales en la promoción y evolución de las profesiones y, de la misma forma, el amparo de seguridad que sirven a los clientes o pacientes a través del instrumento de colegiación, una liberalización excesiva que alejara al profesional y ciudadano de los colegios distorsionaría estos elementos. 

  • Los servicios profesionales como bienes transables

Fruto del apoyo a la evolución de las profesiones por las instituciones colegiales los servicios profesionales tienen la capacidad hoy de ser considerados transables, o lo que es lo mismo, exportables. ¿Por qué? Si nos remontamos al periodo de crecimiento de la economía española comprendido entre 1995-2007, vemos que éste se debió a los bienes no transables; en otras palabras, bienes que no eran exportables como los que resultan de la construcción o restauración. Sin embargo, los profesionales -durante esta etapa y de forma más reciente e intensa- ven en la prestación de sus servicios al exterior mediante soportes tecnológicos una posibilidad real y efectiva de competir en el exterior a través de la seña de calidad -ejemplo: e-commerce-. Este nuevo escenario presenta, no obstante, una sensibilidad especial, dado que la prestación debe preservar la misma confianza para el ciudadano que un servicio profesional al uso.

Por tanto, si se quiere fomentar el potencial exportador de nuestra economía, un factor primordial debería ser asegurar que la prestación de servicios profesionales se realiza en base a los criterios de seguridad indispensables para el cliente o paciente y con el nivel de calidad necesario que garantizan los colegios profesionales a través del control deontológico. Desplazar a las instituciones colegiales a un papel más distante, en este apartado, supondría un argumento de menor competitividad y credibilidad de nuestros profesionales en el exterior en comparación con otros países donde el modelo colegial está más presente.