«En la Economía del Bien Común, el éxito de una empresa será definido por su contribución para disminuir los problemas colectivos de la sociedad»
Así define la esencia y naturaleza de la Economía del Bien Común (EBC), Christian Felber, profesor de economía austriaco, autor y divulgador de esta nueva concepción de la ordenación económica. Esta iniciativa, surgida en 2009 en Austria a través de la organización Attac, ha experimentado un notable crecimiento desde entonces con un creciente número de empresas adheridas, europeas y españolas pertenecientes a diversos sectores, en las cuales se despertó un profundo y reflexivo interés acerca de su propio funcionamiento y objetivos económicos. Pilares como la cooperación, una economía de enfoque más regional y ecológico, sostenidos por esta nueva interpretación de las relaciones económicas, se contraponen a los valores que han caracterizado el éxito del modelo de crecimiento económico de los últimos años: una carrera en la obtención de beneficios económicos siempre superior al anterior periodo, dejando en un plano secundario, los objetivos de carácter social. Por ello, la cuestión planteada es como las profesiones conectan con la Economía del Bien Común y pueden contribuir a ella.
La conexión entre las profesiones colegiadas y la Economía del Bien Común
El objetivo que propugna la Economía del Bien Común es medir y analizar una serie de factores fundamentales en línea con lo recogido en la mayoría de las Constituciones: dignidad humana, solidaridad, justicia, sostenibilidad medioambiental y democracia. Para ganar en pragmatismo, Felber insiste en la facilidad de aplicación de este modelo y afirma que cada empresa, profesional por cuenta propia o comunidad puede empezar hoy a hacer su aportación ¿Cómo? a través del Balance del Bien Común, «corazón central de la EBC» según Felber, que recogería una serie de indicadores —17 en concreto, actualmente— que serían, como ejemplo, los siguientes:
- Cómo de útiles son los productos o servicios
- Cómo son las condiciones laborales
- Cómo se trata a los clientes
- Si se trata y remunera igual a las mujeres
- Grado de democracia existe en la toma de decisiones.
Estas herramientas y conceptualizaciones encajan de manera central y ajustada con el desarrollo y objetivo del ejercicio de las profesiones colegiadas. Basta traer a colación el Artículo 3 del presente Anteproyecto de Ley de Servicios y Colegios Profesionales (ALSCP) donde se enumeran las razones de interés general que atañen al desarrollo de una profesión colegiada:
‘Razones de interés general (…): el orden público y la lucha contra el fraude; la seguridad pública y la protección civil; la salud pública y la sanidad animal; la protección del medio ambiente, el entorno urbano y el patrimonio histórico y artístico nacional; la protección jurídica, la seguridad y la salud de los destinatarios de servicios y de los trabajadores y la necesidad de garantizar un alto nivel en la calidad en la educación.’
Las profesiones tiene la clave para ser protagonistas en la Economía del Bien Común
Expone Christian Felber que todos los sectores son adecuados para adoptar la economía del bien común, no obstante afirma que «aquellos sectores que no satisfagan necesidades reales del ser humano, desaparecerán porque no serán necesarios». En este sentido, todos y cada uno de los profesionales colegiados ejercen su actividad bajo una serie de parámetros entre los que destaca su independencia de criterio y su preponderancia del buen ejercicio por encima del ánimo de lucro que emanan del modelo colegial existente. Pero además, tienen una clara aspiración y vocación de satisfacer las necesidades y problemáticas humanas y, por tanto, se anclan en la economía real. Necesidades de índole jurídica, económica, sanitaria, científica, de ingeniería, arquitectura y social, componen el gran abanico característico de todas ellas y sitúan a las profesiones en una posición óptima y madura para ser protagonistas en la Economía del Bien Común.
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