Al leer el título de esta entrada probablemente os genere
extrañeza o asombro, es comprensible, pero a la vez tiene un gran interés y,
por eso, quiero trasladar este tema. El mercado de limones hace referencia a la
teoría económica que enunció el Nobel de Economía de 2001, George Akerlof, en 1970 titulada ‘The Market for Lemons: Quality Uncertainty and the Market Mechanism’. Este economista realizó una gran
aportación para el entendimiento de los problemas de información asimétrica que
aquejan a los mercados. Una casuística que afecta tanto a los oferentes, como a
los demandantes de bienes y servicios.
Akerlof, para su teoría, utilizó
el mercado de coches usados en EEUU. Así, pensamos en aquellos concesionarios
pintorescos donde los vehículos eran expuestos ante la sonrisa del vendedor. Los automóviles en mal estado eran llamados
‘limones’; por tanto, eran el objetivo a evitar por los consumidores, pero…
¿cómo estar seguro de no estar adquiriendo un ‘limón’?. Cuando un potencial comprador se
dirigía a un concesionario siempre tenía la sospecha sobre las verdaderas
condiciones del vehículo que le interesara o intentara venderle el comercial.
Es decir, existía una clara asimetría de
información entre el vendedor y el posible comprador que no permitía a este
último comprobar realmente el estado real de los coches. Asimetría, que
recibía, en este caso, el nombre de "selección
adversa".
Según Akerlof, si un consumidor,
como ejemplo, supiera que tiene ante sí un utilitario en condiciones óptimas,
estaría dispuesto a pagar una cuantía mayor por él. Sin embargo, si el coche
que le expusieran no reuniera las suficientes garantías y no fuera fiable,
pagaría una cantidad menor. Estas preferencias, daban lugar a un comportamiento
medio de los consumidores. Así, suponiendo el mismo número de automóviles en
buen y mal estado, el potencial
comprador sólo estaba dispuesto a pagar un importe o precio en media. Esta situación, tendía a ser perjudicial. Los vendedores que intentaban vender vehículos en buen
estado eran desplazados progresivamente por los otros vendedores que ofrecían
los denominados ‘limones’. Por tanto, se
producía una selección adversa de los consumidores en sus adquisiciones al no
tener la suficiente información y seguridad.
De esta forma, el destino de los
vendedores que ofrecían vehículos en mejores condiciones, era ser relegados en
el mercado, u obligados a reorientarse en él, ofreciendo también un nivel
cualitativo menor en su oferta de automóviles. Estaríamos así, ante un mercado
que tendencialmente acabaría predominado por ‘limones’. Por suerte, esta
situación no llegó a profundizarse, ya que comenzaron a implantarse
instituciones que verificaron el estado de los vehículos y se efectuaron
controles de garantía.
La analogía que se puede establecer con los servicios
profesionales parece clara. Si sustituimos
los vendedores de coches por los profesionales; los compradores por los
clientes y pacientes; y los vehículos por los servicios profesionales llegamos
a las mismas conclusiones. En un mercado de servicios
profesionales en donde no hubiera organismos que ejercieran un control
deontológico independiente de la prestación de servicios a los ciudadanos, la
dinámica sería la misma descrita con anterioridad. Es decir, los consumidores,
no estarían dispuestos a adquirir servicios profesionales a determinados
precios, y sólo pagarían un precio medio
ante la incertidumbre de no saber si están acudiendo a un profesional adecuado
y que otorgue a su servicio unos estándares de calidad necesarios.
En este sentido, la imposibilidad
de comprobar por los clientes y pacientes el verdadero nivel de calidad que
obtienen, acabaría por beneficiar a
aquellos profesionales que ofrecieran un grado de calidad menor. Y es que,
estos utilizarían una política de captación mediante publicidad más efectiva
que superaría a la casi inexistente información provista por los colegios
profesionales que no ejercerían los controles suficientes o serían muy exiguos; no hay que olvidar que la preocupación
esencial del profesional sería permanecer en el mercado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario