«Cuando se habla de crecimiento, solo se habla de dinero. El dinero es una herramienta, no es un objetivo». Francisco Álvarez, embajador de la Economía del Bien Común
Con esta lucidez sobre los dogmas del modelo económico en el que vivimos insistía, Francisco Álvarez, embajador de la Economía del Bien Común en España (EBC) el pasado 30 de enero en la sede de Medialab Prado. ¿El motivo? La apertura de las I Jornadas de Buenas Prácticas en Empresas de la EBC. Un nuevo paradigma —impulsado por Christian Felber— que no se parapeta en lo filosófico, sino que desciende y se extiende cada vez más gracias a su lógica social y sencillez para ponerlo en práctica como subrayó Álvarez. El evento, desarrollado a lo largo de dos días, dio cita a «casi un centenar de empresarios y empresarias para hablar de cómo la EBC puede transformar la forma de gestionar las empresas para responder a la creciente demanda social de una economía más justa y sostenible».
Además, en la presentación intervinieron Ignacio Duque, coordinador del nodo de empresas de la EBC en Madrid, donde sostuvo que «el futuro está en las empresas de la EBC»; y también precursores de la materia como Dolores Vendrell, presidenta de la asociación Alcoress, Jorge León, al frente de la empresa Can Cet, y Beatriz de Andrés, Directora General de Art Marketing y coordinadora de comunicación de la Asociación Española de la EBC.
Entre los numerosos participantes reunidos en las jornadas, muestra del creciente número de ciudadanos que comienza a sumarse a esta nueva reinterpretación de la economía, se encuentran los profesionales colegiados; arquitectos, psicólogos, economistas, periodistas plantearon sus modelos de ejercicio «desde una perspectiva sostenible y en un tamaño óptimo basado en las personas y en armonía con el medio ambiente, entendiendo que las empresas son los verdaderos agentes del cambio social».
Si aludimos al espectro de profesiones, su principal propósito es velar por las necesidades de carácter jurídico, sanitario, económico, científico, arquitectónico, ingenieril o social que tienen las personas. Para ello, los profesionales responden conforme a su responsabilidad, preponderando el buen ejercicio sobre el ánimo de lucro y cimentándose en su independencia de criterio, parámetros aunados en los códigos deontológicos.
De esta manera, lo verdaderamente enriquecedor, por encima del desempeño económico, es la medida en la que los servicios que prestan los profesionales favorecen el bienestar y la tranquilidad de las personas al crear un entorno social más deseable e integrador. Indicadores tales como el nivel y tipo de litigios, niveles de salud, habitabilidad o inclusión social ayudarían en esta dirección. Así, todo este potencial se puede vincular el elemento fundamental de la EBC: el Balance del Bien Común, cuya instrumentación centra al ciudadano y trabajador como finalidad de la economía y no como meras herramientas de ella.
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