jueves, 27 de julio de 2017

Acerca de la economía narrativa de las profesiones

«El cerebro humano se construye alrededor de narrativas». Así es como entendemos e interpretamos lo que nos rodea, según reflexiona en su artículo el nobel de Economía en 2013, Robert Shiller

La economía no es diferente. Y aunque es cierto que siempre ha adolecido de emplear herramientas muy técnicas que han centrado el análisis de su evolución, en las últimas décadas cada vez son más las corrientes que consideran fundamental introducir un enfoque interdisciplinar para un análisis económico más amplio y ajustado. El mayor exponente es la economía conductual, abordada en Profesiones 164, que conjuga con la psicología, pero también, como describe Shiller, el papel de la sociología y la antropología tienen elementos que ayudan a comprender mejor la economía. Aunque hay más, dado que el autor señala que como economistas, «tenemos que mirar las humanidades también». 

Entre otras cuestiones, el nobel insiste en que las narrativas afectan a la economía pues, «cuando queremos entender una depresión o recesión, como ejemplo, tenemos que entender porqué algunas personas dejarán de gastar». Concretamente, como paradigma de alguna de sus investigaciones, profundizó en las causas que modelaron el sentir general de la sociedad americana en la Gran Depresión. Así, refiere que en la caída de la demanda de los años 30 también hubo un componente narrativo potente relacionado con un comportamiento de más contracción en el gasto y más conservador en las costumbres al cundir la sensación general de que la década de los años 20 tuvo un trasfondo de inmoralidad en muchos aspectos de la sociedad tales como un carácter más libertino o fraudes financieros. 

Si nos introducimos en la economía narrativa de las profesiones, más allá de elementos de análisis que nos refieren si en el mercado hay más o menos competencia, la fluctuación de los precios o de la productividad, el foco ha de ponerse en comprender el cómo y porqué tomamos nuestras decisiones para consumir servicios profesionales. 

De este modo, en una primera aproximación, el sentir general de acudir a un servicio profesional responde a solucionar una cuestión que nos afecta de manera sensible a un aspecto de nuestras vidas en materia jurídica, de salud, o de otros bienes y derechos, y que además requerimos solucionar con un carácter de necesidad, cuando no, de urgencia. Es por ello, que demandar un mínimo de garantía sobre el control de la calidad que vamos a recibir adquiere una sensación vital, pues ponemos en juego muchas cuestiones sensibles de nuestra vida en manos de los profesionales que van más allá de fijarnos en un precio bajo como el criterio más importante. 

El contraste a esta situación que da fuerza a esta narrativa tiene que ver fundamentalmente con los casos de intrusismo que saltan a los medios en muchas ocasiones en asuntos relacionados con la salud como la odontología o la fisioterapia o la inseguridad en temas legales, entre otros. Por tanto, ello genera y puede generar aún más la necesidad en la sociedad de demandar unos profesionales cuyo ejercicio tenga un control deontológico independiente efectivo y realizado por las organizaciones colegiales como las más adecuadas para ello al ser corporaciones de derecho público. 

En definitiva, en lo que respecta a los economistas, Shiller concluye que si «hacemos espacio en nuestro kit de herramientas para la narrativa, soy optimista de que en los próximos 10 o 20 años, tendremos una mejor comprensión de las fluctuaciones económicas».

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