«No existe una mejor prueba del progreso de una civilización que la del progreso de la cooperación». John Stuart Mill
¿Se trata de un nuevo modelo económico?, ¿un movimiento social y cultural definido? o, quizás, ¿es una respuesta generada por el propio sistema económico para mercantilizar todos nuestros bienes y servicios?.
Estas y otras cuestiones fueron planteadas y debatidas el pasado jueves en el seminario 'Economía colaborativa de consumo' que albergó el Congreso Nacional de Medio Ambiente 2014 (CONAMA). El consenso de este fenómeno se encuentra en que «empodera al consumidor», como afirmó Amaya Apesteguia, responsable del área de consumo colaborativo de la OCU, que incidió además en las nociones de «comunidad y confianza» como sus bases. Una apreciación que dimensiona al consumo colaborativo como un revitalizador de las lazos ciudadanos al actuar como «pegamento social» o bonding, así como de manera transversal al generar vínculos o 'tirar puentes' entre distintos grupos sociales que a priori no tendrían conexión, es decir, bridging, como sostuvo, Carmen Valor, profesora de la Universidad Pontificia Comillas. No en vano, se hizo alusión al I Congreso Internacional de Economía Social y Solidaria celebrado en Zaragoza la pasada semana y cuya conexión con la economía colaborativa reside en tejer la cohesión social y la sostenibilidad. No obstante, en palabras de Apesteguia el consumo colaborativo, como «movimiento social y cultural», presenta una serie de riesgos y desafíos, ¿cuáles son?
Estas y otras cuestiones fueron planteadas y debatidas el pasado jueves en el seminario 'Economía colaborativa de consumo' que albergó el Congreso Nacional de Medio Ambiente 2014 (CONAMA). El consenso de este fenómeno se encuentra en que «empodera al consumidor», como afirmó Amaya Apesteguia, responsable del área de consumo colaborativo de la OCU, que incidió además en las nociones de «comunidad y confianza» como sus bases. Una apreciación que dimensiona al consumo colaborativo como un revitalizador de las lazos ciudadanos al actuar como «pegamento social» o bonding, así como de manera transversal al generar vínculos o 'tirar puentes' entre distintos grupos sociales que a priori no tendrían conexión, es decir, bridging, como sostuvo, Carmen Valor, profesora de la Universidad Pontificia Comillas. No en vano, se hizo alusión al I Congreso Internacional de Economía Social y Solidaria celebrado en Zaragoza la pasada semana y cuya conexión con la economía colaborativa reside en tejer la cohesión social y la sostenibilidad. No obstante, en palabras de Apesteguia el consumo colaborativo, como «movimiento social y cultural», presenta una serie de riesgos y desafíos, ¿cuáles son?
Retos de la economía colaborativa
- El gran núcleo de las críticas que recibe la economía colaborativa se encuentra en asignar qué modo de regulación sería el más apropiado para marcar las líneas de actuación en materia de prosumidores (personas que ejercen de productores y consumidores al mismo tiempo), condiciones laborales o la seguridad de los datos personales.
- Otra posible crítica se encuentra en diferenciar qué sectores y situaciones pertenecen a la economía colaborativa. Para ello, Carmen Valor recalcó que dentro de la economía colaborativa, es imprescindible «diferenciar entre lucro, gratificación y compartir costes».
- Y de un modo más filosófico, se trataría de discernir si este modelo de economía colaborativa ha llegado para quedarse con entidad propia o, sin embargo, se trata de una mutación resultante en un «turbo capitalismo» como advirtió José Luis Fernández de la Cooperativa Garúa. Es decir, si la deriva de la economía colaborativa puede desembocar en un plena mercantilización de nuestra cotidianeidad, donde busquemos sacar rédito económico a todos nuestros conocimientos y posesiones dejando en un segundo plano el sentido de compartir y contribuir a un modelo más razonable en el consumo de recursos.
Consulta pública sobre economía colaborativa de la CNMC
Tal es la preocupación o interés, que la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) ha puesto en marcha un proceso de consulta pública sobre el consumo o la economía colaborativa con el objetivo de lograr un «desarrollo regulatoriamente eficiente», en dos sectores muy concretos:
- Sector del transporte urbano e interurbano de viajeros por carretera
- Sector del alojamiento vacacional
La consulta que consta de tres fases: objetivos públicos que persigue la
regulación pública; efectos de los nuevos modelos económicos sobre el
mercado y la regulación; nuevos modelos y regulación, ya ha completado
la primera y recaba información hasta el 13 de enero del 2015 para la
segunda fase que se centrará en los efectos de la economía colaborativa
en los consumidores y el interés general.
Sin duda, la economía colaborativa seguirá dando que hablar, ¿nuevo modelo o alternativa temporal?
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