Uno de los temas que estos días pasan relativamente desapercibidos en medio de las noticias sobre desmanes políticos o la mala evolución económica de nuestro país es la decisión que han tomado EEUU y la Unión Europea (UE) sobre el comienzo de las negociaciones para llevar a cabo una zona común de libre comercio. Un acuerdo que estaría listo en menos de dos años con resultados prometedores según los primeros anuncios. Sin embargo, los servicios profesionales estarían incluidos dentro de esta negociación sobre liberalización comercial… ¿Qué supondría este acuerdo?, ¿cómo afectaría a los servicios profesionales?, ¿Este tratado podría ser el Caballo de Troya de la verdadera liberalización profesional?
- ¿Cuáles son las líneas principales del acuerdo?
Homogeneizar los estándares y requisitos para comercializar bienes y servicios es el factor clave. De esta forma se eliminarían aranceles y se abrirían los mercados a la inversión y los servicios tanto en EEUU como en la UE. Y, es precisamente, en los servicios donde se quiere hacer hincapié, ya que la intención es abrir este sector, como mínimo, tanto como en otros acuerdos comerciales de perfil similar. Estas fueron algunas de las líneas que se avanzaron en el comunicado conjunto que emitieron Barack Obama, presidente de EEUU, José Manuel Durao Barroso, presidente de la Comisión Europea y Herman Van Rompuy, presidente del Consejo Europeo.
- ¿Qué ocurriría con el sector de los servicios profesionales ante este acuerdo?
Según el economista Arcadi Oliveres, experto en comercio internacional, no existen elementos positivos al respecto de este tratado. Así, afirmaba hace unos días que «entre EEUU y Europa hay semejanzas económicas pero también hay diferencias, y EEUU tiene una posición dominante en algunas áreas, como servicios profesionales e inversión extranjera. Las empresas norteamericanas suelen invertir más en Europa que al revés.» Por otro lado, merece especial atención uno de los últimos Tratados de Libre Comercio (TLC) realizados, en este caso, entre EEUU y Colombia, el cual está en vigor desde mayo de 2012. En cuanto a las supuestos efectos positivos que describió, como ejemplo, el Ministerio de Industria, Comercio y Turismo de Colombia destacó que los servicios profesionales prestados en ingeniería, arquitectura, contabilidad y otras disciplinas disfrutarían de la ventaja de que el profesional, ya fuera estadounidense o colombiano, no tendría la obligación de estar presente en el país para la prestación del servicio. Así, fórmulas como la telemedicina, los call centers u otros servicios se verían beneficiadas y expandidas. Esta mecánica, que no tendría porque ser la misma en todos los acuerdos de libre comercio, sí apunta a un marco de actuación común en cuanto al diseño de estos tratados comerciales.
En este sentido, como sabemos, en EEUU el modelo de ejercicio de las profesiones se articula mediante licencias profesionales como es la United States Medical Licensing Examination (USMLE) para los médicos, o la Architect Registration Examination (ARE) para los arquitectos.
Además, de forma general, las profesiones son de adscripción voluntaria como es el caso, por ejemplo, de los abogados. Por tanto, ¿qué podría ocurrir si los estándares regulatorios para ejercer las profesiones se armonizaran a ambos lados del atlántico bajo un marco liberal de comercio?
La respuesta parece indicar que los requisitos para ejercer una profesión, como son el control deontológico ex-ante y durante el ejercicio profesional, más característicos del modelo europeo, podrían aligerarse dando lugar a la prestación de servicios más automatizados y despersonalizados por no hablar de la merma en la necesaria calidad disfrazada de mayor competencia y precios bajos que sólo perjudicarían a los clientes y pacientes en ambas zonas geográficas. Si este es el modelo servicios profesionales que va a imponerse, en donde la productividad sólo se mida en términos de más clientes y pacientes atendidos sin la calidad indispensable que merecen como ciudadanos y con menos controles efectivos sobre los profesionales, es evidente que surgirá otro verdadero problema, esta vez de dimensión supranacional que afecta de nuevo a todos los agentes sociales.
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